
En el mundo gris y oscuro de los adultos, los niños muchas veces no se sienten tomados en cuenta, por ello, crean su propio mundo lleno de colores donde los árboles azules y los ríos morados nos llenan de alegría, fantasía y, lo más importante, nos muestran la pureza e inocencia en sus actos; los cuales Dios quiere que nosotros los adultos imitemos.
Por eso, este año Un Millón de Niños Rezando el Rosario se une a ellos en su mundo de ilusiones, para que logremos todos juntos pedir por la unión y la paz de Venezuela y del mundo entero, donde no sólo los más pequeños podrán orar sino también padres, abuelos, hermanos mayores, otros familiares, amigos/as, catequistas, sacerdotes, religiosos/as, diáconos, seminaristas y todo el mundo que los rodea, para que juntos elevemos al cielo nuestras más humildes peticiones.